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Pedantería y Masculinidad

  • Profesor Rosario Lozada
  • Dec 22, 2017
  • 2 min read

La religión es una de las instituciones más antiguas e importantes en la vida de una gran porción de la sociedad. A través de ella se puede percibir e interpretar los cuestionamientos básicos de la vida. Es una institución que ha regido directa e indirectamente la vida terrenal de la humanidad con su propia visión del mundo.


El control de la vida terrenal de los pueblos se ha convertido en una obsesión de los líderes religiosos. Sus discursos desde los púlpitos y las interpretaciones subjetivas de los textos bíblicos carcomen la psiquis de un pueblo aferrado a su fe. Para el pueblo, la palabra de su líder religioso se convierte en una verdad absoluta e inquebrantable.


Tales líderes religiosos, que en su mayoría son del sexo masculino, manipulan al pueblo con sus postulados religiosos. La pedantería con la que critican y exigen, a nombre de dios y en nombre de un pueblo y que muchísimas veces no representan, hacen ver que a través su masculinidad de pecho peludo esconden “retorcidos” pensamientos similares a los que condenan desde el púlpito.


La hipocresía con la que condenan la adopción por parejas del mismo sexo, la homosexualidad y el aborto hacen cuestionar si realmente son defensores de la fe y de un pueblo cristiano. Olvidan que la diversidad sexual también toca las puertas de sus templos, cuando homosexuales buscan escuchar la palabra de Dios, mientras que a sus espaldas son condenados.


Los debates sobre estos temas son fuentes de ingresos dentro de las iglesias. Mientras continúen con estos discursos, enfocados en atacar la diversidad e imponer su visión del mundo interpretando los textos bíblicos a conveniencia, se captura más población que impactan positivamente las finanzas de los templos.


Así la pedantería y masculinidad ganas adeptos dentro de una sociedad que se comporta conservadoramente en su vida terrenal, siguiendo los postulados de sus líderes religiosos. Mientras estos últimos, con sus retorcidas y retrogradas mentes, se enfocan en convencer al pueblo de sus propias interpretaciones bíblicas, que ellos no se aplican.



Pedantería y masculinidad equivalen dinero.

 
 
 

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