Migración y diáspora: algunas consideraciones ¿en un país?
- Profesor Rosario Lozada
- Dec 29, 2017
- 3 min read
La ayuda recibida de parte la diáspora puertorriqueña dispersa por los Estados Unidos en el marco de reconstrucción post María ha despertado el peso político que tienen estos puertorriqueños radicados en la nación. Dentro de ese despertar resurgió un debate relativo a cómo debemos considerar estas generaciones de puertorriqueños que, por oportunidades de empleo, búsqueda de una estabilidad económica o cuestiones de salud, han establecido sus hogares fuera de Puerto Rico: ¿son migrantes? ¿la diáspora existe? ¿Puerto Rico es un país?

Para atender este asunto es meritorio definir dos términos: diáspora y migración. La diáspora responde a la dispersión de grupos étnicos fuera de su punto de origen. La migración sin embargo es la persona que migra. Es decir, todo aquel que sale de su país, ciudad o pueblo de origen para trabajar. Tras la llegada de los norteamericanos a Puerto Rico, en 1898, se han dado varias olas migratorias de puertorriqueños hacia los Estados Unidos. A partir de 1917 y por disposición de la Ley Jones, se aplica la ciudadanía americana y esto abrió una ventana de oportunidades para que los puertorriqueños se establecieran en los estados de la nación. Miles partieron principalmente hacia la zona de Nueva York.
La aplicación de la ciudadanía norteamericana es un hecho importante dentro de nuestra discusión. Para un gran sector de puertorriqueños, y de la diáspora, se entiende que tras la aplicación de la ciudadanía se convierte a los puertorriqueños en ciudadanos domésticos. Otro asunto que no podemos obviar es la relación política de Puerto Rico con los Estados Unidos. Nuestra condición de territorio no incorporado y la falta de garantías constitucionales, que no son aplicables, aunque seamos ciudadanos norteamericanos, y el trato político que recibimos de parte de Estados Unidos y su consideración de la isla como una nación convierten a los puertorriqueños que viajan a los Estados Unidos en migrantes. Aunque la ciudadanía nos brinda acceso a ciertos beneficios, que otros no cuentan, debemos comprender que el traslado de una zona a otra, convierte al puertorriqueño en migrante.
Adicional, el factor cultural tendrá un impacto. Como grupo étnico, el puertorriqueño viaja con un bagaje cultural distintos al norteamericano. Por ende, al migrar trasladan costumbres y tradiciones como parte de un nacionalismo cultural. Para un sector poblacional, Puerto Rico no es considerado un país. Esto responde a la asociación que se realiza del término “país” como sinónimo de repúblicas. Según su definición un país “es una entidad política o parte de una entidad política que cuenta con una cultura propia”. La mayoría anexionista en Puerto Rico entienden que la utilización de términos como migración, diáspora y país no deben ser aplicados a la isla debido a su condición colonial sujeta a poderes plenarios por el Congreso de la nación que buscan anexarse. Es comprensible su comportamiento debido a que su discurso ideológico está centrado en la deconstrucción de la nacionalidad puertorriqueña y la exaltación de los valores norteamericanos. Llamar a Puerto Rico como un país atenta contra su ya débil ideología.
Por último, es importante despuntar que ser migrante y perteneciente a una fuerte diáspora puertorriqueña en los Estados Unidos, no debe entenderse como un asunto racial ni político. Migrar es la acción de trasladarnos a una ciudad, pueblo o nación en busca de mejores oportunidades de desarrollo personal y profesional. La diáspora, como grupo étnico y quien tiene bien marcada la puertorriqueñidad dentro de una nación multicultural, han colocado el nombre de Puerto Rico muy en alto. Su ayuda ha sido imprescindible para encaminar a Puerto Rico en este proceso de reconstrucción tras María. Puerto Rico es y siempre será un país ya que cada uno de los puertorriqueños compartimos una cultura.

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