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Un país a la deriva

  • Profesor Rosario Lozada
  • Apr 2, 2018
  • 2 min read

Entre el 2015 y 2016, un joven candidato a la gobernación decía en los medios de comunicación del país que la deuda era pagable y que su candidatura representaba trabajar en conjunto con la Junta para recuperar a la isla. –Había el dinero- decía, -solo que no está utilizándose como se debe. Las pensiones, el retiro y el sueldo de los puertorriqueños es intocable-sentenció a preguntas de la prensa.


Ya como gobernador, en el 2018, aquel discurso populista quedó en el olvido. La realidad es otra: la condición socioeconómica de Puerto Rico dificulta la implementación de su “Plan para Puerto Rico”. Plan que condenaba los altos sueldos del ejecutivo para el año 2016, pero que, en el 2018, en cuatro funcionarios el pueblo puertorriqueño paga $1.4 millones de dólares.


El mismo Plan hablaba sobre “Puerto Rico ante la Junta de Supervisión Fiscal”. En él, detalla los pasos a seguir para trabajar “mano a mano” con la Junta de Supervisión Fiscal creada por virtud de la Ley Promesa. Establece que “harán posible que el Gobierno continue al mando de la política pública y la gestión gubernametnal y que nuestros jóvenes, retirados y servidores públicos no se afecten”.


A raíz del azote del huracán María, hemos vivido en carne propia la falta de logística y escándalos de corrupción al ampáro de la desesperanza del pueblo. Luego de siete meses, la crisis nos ha llevado a sobrevivir en un país a la deriva. Dice el Plan para Puerto Rico, en su página 215, que el liderazgo en la figura del Gobernador es importante para la “injerencia directa en las reuniones de la Junta. Se necesita un Gobernador que pueda comunicarse en el mismo idioma que los miembros de la Junta y los funcionarios federales”.


Durante los pasados días, hemos visto como la actual administracion se ha confrontado directamente con la Junta de Supervisión Fiscal al nivel de achacar la Reforma Laboral como creación maligna de la Junta, cuando ha sido la propia administración la que propuso tales medidas de austeridad. Condicionar la recuperación economica de Puerto Rico a la obtención de la estadidad demuestra poco interes en el mejoramiento socioeconómico de la isla. No podemos aspirar a la estadidad ni esperar salvamento del Congreso, cuando los partidos politicos han demonizado la recuperación.


El gobernador dijo que la deuda se puede pagar, que se puede negociar con la Junta, que el dinero estaba mal distribuido y hoy lo vemos en el fronteo político. El Plan para Puerto Rico se quedó ahí en el “plan del plan del plan”. Vivimos en un país a la deriva.

 
 
 

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